Cuando hablamos de contaminación pensamos en coches, en fábricas, en aviones. Casi nunca en nuestras viviendas. Pocas veces en la edificación. Pero la realidad nos dice que el sector se encuentra entre los primeros emisores de gases de efecto invernadero y, también, entre los principales depredadores de recursos naturales, comenzando por el propio suelo.
Como muestra, algunos datos del World Watch Institute: La edificación contribuye, a nivel global, al 23% de la contaminación atmosférica, al 40% de la contaminación de agua potable y genera el 50% de los residuos que se depositan en los vertederos. Consume el 40% de la producción mundial de piedras brutas, grava y arena, así como el 25% de madera virgen, a menudo producto de la deforestación. Más datos, esta vez de la Unión Europea: El parque edificado del Viejo Continente es responsable del 40% del consumo de energía y del 36% de las emisiones de CO2.
Los profesionales del sector se han dado cuenta de la necesidad de avanzar hacia una nueva cultura del mantenimiento de los edificios, que aún está lejos de calar entre los ciudadanos, para reducir el consumo de energía. También han constatado, por la dolorosa vía del incremento de precios de las materias primas y de los retrasos en su suministro, que los recursos naturales no son infinitos, que no se pueden malbaratar y que hay que regenerarlos tanto como sea posible. Así, la idea de una economía circular se va abriendo camino, pero el recorrido es aún muy largo.
Es necesario minimizar la generación de residuos, facilitar su reutilización y alargar al máximo la vida útil de las edificaciones. Necesitamos conocer el proceso biológico de los materiales regenerables, como la madera o las fibras de origen vegetal, para no esquilmarlos. Debemos buscar fórmulas para rentabilizar los procesos constructivos y minimizar el consumo de recursos desde el mismo momento en que diseñamos un edificio, y también prever futuros cambios en su uso.
Necesitamos entender la economía circular como una responsabilidad con el planeta y hacia nuestros hijos, y no como una mera oportunidad de negocio.